jueves, 14 de julio de 2016

En la escalera




Era uno de los edificios casi centenarios del barrio. El pesado portón de madera siempre estaba abierto y su única utilidad era el picaporte, en forma de puño, que estaba adosado a él.

A veces, se quedaba parado bajo el dintel de la entrada, temeroso de sumergirme en aquel espacio estrecho y oscuro. La única iluminación de la escalera entraba por un tragaluz, pero la claridad no llegaba al abismo de los primeros pisos.

Subir los peldaños era un momento angustioso para él. Aquella presencia que sentía entre las tinieblas le daba mucho miedo. Algunos días, incluso, arriesgaba su vida subiendo por la parte exterior de la barandilla. Por suerte, poco a poco, la luz se abría paso entre las sombras y el último rellano era un pequeño paraíso que las vecinas de la última planta habían decorado con plantas.

A menudo, cuando llegaba el buen tiempo, los vecinos dejaban las puertas de sus viviendas abiertas y era un alivio escuchar aquel bullicio de vecinas cantando o escuchando la radio.

Le gustaba pasar, sobre todo, por delante la puerta del segundo primera, aquel piso siempre desprendía un fresco olor a limpieza y orden. Desde que su único hijo se casó y voló del nido, ella no hacía otra cosa que limpiar y ordenar, y apenas salía a la calle. Una vez lo invitó a dormir y era increíble, todavía guardaba todos los juguetes de su hijo y la colección completa de literatura juvenil de la editorial Bruguera. Mucho más tarde supo el porqué de aquella insólita invitación: aquel día su madre, que llevaba mucho tiempo hospitalizada, había muerto.


En el pequeño piso, el tercero primera, vivia, además de con su padre y sus hermanos, con su abuelo y sus tíos. Entonces, no entendió lo que pasaba, sólo oía las discusiones interminables cada vez más encendidas. Una noche, asustado, en medio de una de las peleas, abrió la puerta y escapó de aquella locura escaleras abajo sin importarle la oscuridad. Y se quedó un buen rato sentado en un escalón. De pronto, vio el extraño brillo de los ojos de aquel gato callejero que siempre andaba por allí y por primera vez, la compañía de aquel pequeño felino le resultó reconfortante


Donde habita el recuerdo
Barcelona, julio de 2016